Lo tenía todo preparado sobre la mesa del comedor: mallas, camiseta, calcetines, cremas, dorsal, Powerbomb, las voladoras con el chip, las gafas de sol, las barritas, el pulsómetro... una lista inacabable de ítems. De hecho, la lista ya la debo tener tatuada en alguna parte de mi cerebro.
Pip pip pip piiiip, pip pip pip piiiiip... ui! Es la hora!!
Ducha calentita, agua fría en las piernas y reactivado!! Las cosas están colocadas en el orden adecuado para ir poniéndomelas en ese orden. Habitualmente, con las prisas intercambio el orden: la camiseta antes que el pulsómetro, los calcetines antes que la crema...
Debería desayunar algo, pero no tengo hambre. Así que me como un par de barritas de cereales, por meter algo en el cuerpo. Cierro la mochila, cierro el piso, entro en el coche. Uff! Empiezo a estar nervioso!
Hasta ahora no lo había estado. Algo que me alegra o me aterra, no lo sé! También estaba tranquilo cuando hice la Maratón del Aneto, pero de repente me dió un bajón y me rompí, la carrera se fue al carajo, me lesioné... un auténtico desastre. Me vino ese recuerdo mientras salía del parking e iba hasta casa de Ricard, a 200m. Intenté tranquilizarme, creo que lo conseguí. Mi mente estaba tranquila, mi cuerpo decentemente a punto... y mi corazón a tope! Pulsómetro a 115ppm sentado en el coche.
Ricard también estaba nerviosillo, era su primera maratón. Bueno, la mía casi también. La última vez que corrí una de asfalto fue hace 20 años, también en Barcelona.
Aparqué el coche en el trabajo, junto a Plaza España y, aún de noche, fuimos subiendo hacia el guardarropa. Se respiraba maratón... llegamos allí y nos empezamos a encontrar con gente.
Los que hemos corrido, o vamos a correr una maratón somos una especie rara dentro del mundo del deporte. Bueno, una más. Que si me pongo esta crema, que si tengo estos ocho geles que me he de tomar en este orden, que si yo siempre desayuno tres galletas y un zumo de piña... Cada maratoniano es más friky que el anterior. Y ese frikismo hace que esto sea de lo más divertido.
Poco a poco fueron llegando más miembros del equipo, saludos, presentaciones, aventurillas, expectativas... Por fin llegó la hora de hacerse la foto de equipo... uff... vaya delegación WITL? con el boss incluido.
Yo debía entrar en el cajón azul, en la segunda salida. Algunos con los que pretendía compartir gran parte de los kilómetros tenían dorsal para entrar en el cajón rojo y, habiendo cometido el error de no mirar por donde se accedía a cada uno de los cajones, nos fuimos todos hacia el rojo. Los del azul, debíamos retroceder y dar tooooda la vuelta, con lo que (almenos yo) me quedé muy mal ubicado... en la parte de atrás.
Transcurridos ya 9 minutos desde el primer disparo, consigo cruzar la linea de salida y pongo en marcha el crono. La idea, aunque vaya solo es seguir un ritmo de 5 min/km, de forma que saliera un tiempo final de 3:30. Así fue al principio, algunos más rápidos y otros más lentos, siempre en función de la "densidad de población" y también del desnivel. Como la semana anterior, me encontré muy "divertido", incitando al público a animar a los corredores. En algunos casos incluso lo conseguí.
Me encontré al gran Gerard Vélez, un compañero de facultad con quien había contactado hacía tiempo por Facebook, pero no nos habíamos visto desde entonces. Estuvimos charlando unos metros. Me hizo mucha ilusión volver a verle. Al cabo de un rato, volví a recuperar mi ritmo y lo dejé atrás. Por segunda vez volvía a pasar frente al trabajo. Que tortura, por Dios!! jajaja!
Más adelante alcancé a Carles Esteve, cada día está más fuerte. Saludo, ánimos y a seguir corriendo... aún queda mucho mucho. Iban pasando los kilómetros y, lo único que descentraba mi mente eran los avituallamientos. Mucha gente coge la botella de agua y se pone a andar, o la lanza a sus pies cuando ya no quiere más. Aquí se nota el que piensa en los demás y el que no. Después del primer "incidente", decidí coger la botella de agua, salir del avituallamiento de forma controlada y al cabo de unos metros empezar a beber tranquilamente.
A medida que pasaban los kilómetros iba subiendo la temperatura, y yo seguía a 5 min/km... paso de media maratón a 1:47:43, lo que significaba que había perdido casi 3 minutos sobre el tiempo previsto. ¿Y qué? Las sensaciones eran buenas, no tanto como para incrementar el ritmo, pero sí para mantenerlo. Esto cambió aproximadamente sobre el km 30, cuando empezó a hacer calor de verdad.
Parecía aparecer el famoso muro. Ya lo encontré en el '92... de hecho no recuerdo un buen trozo de la maratón de ese año. Pero no, era bien consciente de que me encontraba bien, sólo que algo pesado y con algunas dificultades para mantener ese ritmo.
En ese momento tomé la decisión de seguir disfrutando y no sufrir. Sólo quedaban 12 km, no creía en los milagros, pero sí en la posibilidad de continuar disfrutando de todos y cada uno de los metros que iba a correr a partir de ese momento. Pasando por la Avda. Litoral, me encontré a Joan Borrás... nos seguía con su bici. Parece ser que el señor que tenía al lado era su padre. Me enteré después. Más adelante aparecía Ricard Sánchez con signos de haberse topado en el muro, estaba bastante tocado. Intenté animarle, pero creo que no sirvió de mucho. Pasé por Arc de Triomf con la piel de gallina... es un punto realmente bonito y mentalmente te resucita o te remata. Seguía disfrutando de cada metro, a un ritmo más bajo... Portal de l'Àngel, la Catedral, Rambles, Colón y... Paral·lel. Al fondo se veía bien clara la fuente de Plaza España, la meta. Esa vista da un subidón moral imporante, casi tan importante como la subida que tiene la Avda. Paral·lel. Cada pocos metros empezaban a aparecer corredores haciendo estiramientos, andando, realmente rotos... a todos y cada uno de ellos les dí ánimos. Sabía que una vez allí, mis hijos estaban esperándome para entrar en meta cogidos de la mano. Mientras escribo esto, alguna lágrima se escapa.
Justo antes de entrar en Plaza España están ellos esperándome, los dos motores de mi corazón. Quedan aún 300m, y empezamos a correr, a andar, a reir... poco a poco íbamos pasando los arcos de los distintos patrocinadores, y acercándonos a meta. Un arco más y llegamos!!
Debajo de las gafas de sol caían las lágrima de alegría, mientras paraba el crono el 3:44:35. Nos unimos los tres en un fuerte abrazo que espero repetir en un par de meses... en Calella.
Para finalizar la jornada, nos dirigimos al guardarropía... nos reunimos de nuevo con los miembros del team WITL? y tras comentar la jugada nos fuimos a casa.
Veinte años más tarde he vuelto a ser maratoniano, corriendo por una ciudad preciosa que me ha visto crecer desde que llegué a ella con 19 años. Ya en casa encontré el recuerdo de aquella maratón del 92...
Es cierto que correr una maratón es para estar orgulloso, llegar en buenas condiciones a meta es para estar más que contento y sobretodo, entrar con tus hijos a meta es algo que puede catalogarse de único, una sensación difícil de explicar. Todo esto me hace feliz, y algunos ya sabéis que a veces, mi felicidad la expreso de una forma un tanto sosa. Mi vida ahora sigue siendo una maratón, una tras otra... y por ello, el mismo lunes empecé a mirar cuál sería la siguiente. Valencia? San Sebastián?